LA PURIFICACIÓN DE INMERSEUS
Hacía un día que Jhonkieh y sus compañeros, nueve valientes de diferentes razas de la horda, habían seguido el cauce corrupto de las aguas por todo el Valle de la Flor Eterna. Tras hacer frente a razas nativas corrompidas, llegaron a las cloacas que había bajo del valle. El olor a humedad y podredumbre se intensificó. Todos torcieron el gesto con asco, salvo la bruja Jhonkieh y Arsiel que gracias a su condición de no muertos y su consecuente carencia del sentido del olfato no tenían que soportar el nauseabundo olor. A medida que avanzaban por los túneles el cauce iba aumentando y de fondo se escuchaba el eco del agua fluyendo en una estancia más grande. Empapados hasta la cintura y casi sin poder respirar por la enorme humedad reinante llegaron a la desembocadura. Una enorme estancia abovedada se abrió ante ellos. En las paredes varias cloacas como la que habían recorrido desembocaban en la sala y el agua fluía por el suelo hacia el centro de la misma. Allí, un elemental de agua de más de diez metros de altura se alzaba imponente ante ellos. Las marcas verdosas y pestilentes que surcaban su cara dejaban de manifiesto que la corrupción se había adueñado de él.
-Ya podías invocar un elemental así y no la miniatura que sacas a veces- le dijo socarrona Jhonkieh a Ashrad, el mago.
-Y me lo dice la que lleva un diablillo más pequeño que un gnomo...- le contesto éste con desdén.
-Tomad posiciones, esto no va a ser fácil y no he llegado hasta aquí para morir en una cloaca- les ordenó Jhonkieh.
Los hechiceros y cazadores se mantuvieron a una distancia prudencial mientras Devilss, un enorme tauren de dos metros de alto, se transformaba en un poderoso oso negro de igual tamaño. A su lado el paladín Maleec se colocó su escudo y desenvainó su espada listo para dar protección sus compañeros más débiles. Heâdcrusher, un viejo orco guerrero con el pelo canoso, agarró sus dos enormes hachas gemelas que portaba en la espalda y se puso en guardia, a la espera de que sus compañeros comenzaran el ataque. Detrás de él, Linbicus, el chamán, con la cara cubierta por una enorme mascara de lobo, colocaba sus tótems de poder preparando la zona para la batalla.
-Es muy grande. Devilss y Maleec, tendréis que entretenerlo entre los dos mientras los demás atacamos- dijo Jhonkieh.
Ambos asintieron con la cabeza y avanzaron hacia el elemental. Primero cargó Devilss lo que provocó la respuesta de Inmerseus en forma de un brutal manotazo. La fuerza del elemental era tal que, pese a la acuosidad de la mano, Devilss sintió como si un muro de piedra se le cayera encima. La violencia del impacto cogió desprevenido a los sanadores del equipo. Cuando el segundo golpe se dirigía hacia el maltrecho tauren Maleec actuó con rapidez e interpuso su escudo y su cuerpo entre el elemental y su amigo. La mano golpeó con fuerza el escudo, pero el elfo de sangre se mantuvo firme y la mano se rompió sobre ellos empapándolos de agua pero sin hacerles daño. Pandaring aprovechó el segundo que el paladín les había dado y lanzo una cura que sanó y dio fuerzas al oso, que se levantó con rapidez y se lanzó por su atacante. Sus fauces atravesaban el cuerpo de Inmerseus eliminando trozos de agua de su cuerpo. Mientras Ashrad concentraba toda su energía en lanzar enormes bolas de fuego que evaporaban el agua que tocaban a su paso, los brujos debilitaban a su enemigo. Por su parte el viejo guerrero lanzaba hachazos a diestro y siniestro que atravesaban al gigante de agua a la vez que los cazadores clavaban sus flechas en el elemental y sus mascotas se afanaban por encontrar un lugar donde atacar. A medida que incrementaban el daño que le hacían a Inmerseus nuestros héroes sentían como la corrupción se adueñaba de ellos. Hêadcrusher que a lo largo de los años había combatido en innumerables batallas pronto se dio cuenta de lo que había que hacer.
-¡Dejad de pegarle para que la corrupción no se apodere de vosotros! Cuando os recuperéis retomad el ataque-dijo el orco.
Todos le hicieron caso salvo Ashrad, que inmerso en una puja con Jhonkieh por ver quién era capaz de causar mas daño al elemental, no escuchó las palabras del sabio guerrero y cuando una enorme bola de fuego impactó en el costado del elemental la corrupción se adueñó de él. Ashrad cayó de rodillas al suelo por culpa del terrible dolor que le recurría el cuerpo. El poderoso mago vió, impotente, como la carne de sus pálidas manos se oscurecía y empezaba a desprender un desagradable hedor, hasta que la piel se empezó a caer dejando los músculos y el hueso a la vista. La infección avanzaba extendiéndose por sus hombros haciendo que los músculos sangraran y subiendo por su cuello hasta casi llegar a la cara. Con las pocas fuerzas que le quedaban dirigió la vista hacia Linbicus, que lo vio y, alzando la mano al cielo invocó a los espíritus. Una ola de agua cálida cayó sobre el mago, arrastrando hacia abajo la enfermedad, limpiando su cuerpo y regenerando su piel. Ashrad se alzó, aún con dificultad, para agradecerle el que le haya salvado la vida, pero el chamán ya se había dado la vuelta para seguir ayudando al resto de sus compañeros.
Fue entonces cuando de la base del elemental salieron decenas de criaturas que se arrastraron para atacar al grupo de héroes que luchaban con Inmerseus. Sin necesidad de hablar Maleec y Devilss ya sabían lo que tenían que hacer. Devilss se quedó peleando con el gigante acuoso mientras Maleec se interpuso entre el grupo y las oscuras criaturas. Cuando se acercaron consagró el suelo a sus pies, que se agrietó y quemó a todos los enemigos haciendo que centraran su atención en el paladín. Pero no llegaron a hacerle daño, pues una lluvía de meteoritos infernales y flechas los acribillaron antes de que pudieran causar daño alguno. Se volvieron a colocar en posición y centraron sus ataques en Inmerseus. El elemental, sobrepasado por el daño recibido, explotó esparciendo gotas de agua por toda la sala. Algunas de ellas eran cristalinas y se podía atisbar dentro de ellas la raiz de la corrupción, otras en cambio estaban tan contaminadas que eran de un color oscuro. Ambos tipos de gotas se arrastraban por la sala hasta la charca que ocupaba el sitio donde se encontraba antes Inmerseus. Las gotas avanzaban rápido y el tiempo apremiaba.
- Destruid las gotas negras. Linbicus, Pandaring intentad purificar las gotas claras, con suerte podremos devolver al elemental a su antiguo estado- Indicó Bullx adelantándose a la orden que sabía que iba a dar su amiga Jhonkieh.
De inmediato los dos sanadores empezaron a entonar cánticos purificadores que iban removiendo la corrupción, haciendo que las gotas que llegaban al charco fueran puras y cristalinas. Por otro lado Bullz lanzó una trampa con su arco, interponiéndola entre las gotas corrompidas y su destino. Al activarse el suelo se congeló a su alrededor dificultando el avance de las gotas, mientras Jhonkieh y Arsiel se afanaban por drenar la energía vital de las mismas. Pese a todo algunas llegaron a la charca, y al hacerlo un enorme remolino de agua se alzó hasta recomponer a Inmerseus. Pero el aspecto del elemental había cambiado. Antes la podredumbre acuosa se veía claramente, ahora el agua pura dominaba su aspecto, aunque aun quedaban resquicios que había que purificar.
- Seguid así muchachos, casi lo tenemos- les arengó Jhonkieh.
El grupo siguió alternando momento de feroces ataques con parones en los que se limitaban a esquivar las acometidas del elemental para no perecer a causa de la corrupción que les transmitía su objetivo. En una de esas pausas Inmerseus aprovechó para girarse hacia Hêadcrusher y, aunque Maleec y Devilss intentaron atraer su atención, el elemental lanzó una explosión de agua ponzoñosa en forma de cono que lanzó por los aires al guerrero orco. Éste se estrelló contra la pared de la sala, golpeándose la cabeza y rompiéndose los huesos de la espalda. Sentado sobre el suelo, con la espalda apoyada en la pared y sin poder moverse, el orco respiraba con dificultad mientras notaba como las gotas de sangre mezcladas con sudor resbalaban por su cara. Observó sin poder hacer nada como el agua corrupta horadaba su armadura de placas hecha en hierro como si de papel mojado se tratara. Lo ultimo que vio Hêadcrusher fue como el agua quemaba su piel hasta entrar en sus entrañas. Después un velo de oscuridad cubrió sus ojos a la vez que exhaló su último aliento.
Por una fracción de segundo el tiempo pareció congelarse. Inmerseus había matado a un guerrero orco que había sobrevivido a legiones de paladines y guerreros humanos sin hincar una sola vez la rodilla en el suelo. Y de un plumazo segó su vida con la misma dificultad que un río arrastra una hoja. El elemental no desaprovechó la oportunidad y creó una gigantesca pared de agua, que se alzó desde el suelo. Con un gesto de mano, el remolino avanzó hacia el grueso del grupo, alcanzándoles a todos salvo a Devilss y Maleec, que estaban cerca del elemental, y a Linbicus que rodó por el suelo y consiguió esquivar la ola justo a tiempo para ver como ésta arrastraba a sus compañeros. Cuando la ola se deshizo Linbicus pudo observar los estragos causados. Sus amigos estaban esparcidos por la sala, arrastrándose a duras penas por el suelo. El chamán rugió con furia, de pié antes el desolado campo de batalla, y se negó a perder mas hermanos de armas. Juntó las manos a un costado de su cuerpo y aglutinó en sus palmas toda la energía que sus ancestros el conferían. Una bola verde de energía vital fue creciendo entre sus manos. Fruto del terrible esfuerzo el cuerpo le empezó a temblar y las piernas comenzaban a flaquear. Cuando ya no podía aguantar más extendió con fuerza los brazos, lanzando una cadena de sanación que fue saltando de compañero en compañero revitalizándoles y devolviéndoles la fuerza necesaria para terminar el combate. Los heridos se alzaron, ya sanados, a la vez que Linbicus se desplomó en el suelo inconsciente debido al enorme esfuerzo realizado.
El grupo retomó con furia el ataque, cogiendo desprevenido al elemental, que volvió a explosionar por el daño recibido.
- Tenemos que acabar con esto ahora o no sobreviviremos a otra oleada- les advirtió Jhonkieh con voz desesperada.
Consiguieron eliminar las gotas oscuras con rapidez mientras Pandaring, que se hallaba sola debido a que Linbicus aún seguía inconsciente, se afanaba por encargarse de las gotas claras. Con gran esfuerzo fue purificándolas una a una, hasta que sólo quedó una última gota. Ésta se acercaba peligrosamente a la charca central y si llegaba a ella con la corrupción aún en su interior, tendrían que volver a combatir contra el elemental.
-¡No! No puedo...- gritó angustiada Pandaring, al ver que no llegaba a purificarla.
Devilss, con increíble rapidez cambió de forma, convirtiéndose de nuevo en tauren, justo a tiempo para invocar la fuerza sanadora de la naturaleza y purificar la gota que entró, por los pelos, limpia en la charca.
De ella surgió el elemental y el grupo vio con alivio como no quedaban marcas de la corrupción en él. Inmerseus se acercó al grupo, que temeroso por lo vivido antes se puso en guardia ante otro posible ataque. Pero nada de eso sucedió. En su logar el elemental bajó la cabeza, haciendo una reverencia, en señal de agradecimiento.
Ya relajados y sin temor a más ataques Pandaring devolvió la consciencia a Linbicus, que se levantó ligeramente aturdido pero contento por ver a sus compañeros a salvo. Por desgracia no pudieron hacer nada por resucitar a Hêadcrusher.
- Ha caído en combate, como todo guerrero orco debe morir. Ahora debemos llevarlo al Santuario de las dos Lunas. Quizás los sacerdotes de allí puedan devolverle la vida. Si no, le daremos el funeral que un guerrero se merece- dijo Arsiel.
Con un sabor amargo, fruto de la satisfacción de haber purificado el elemental y la tristeza de perder a un amigo, nuestros valerosos héroes cargaron a hombros con el maltrecho cuerpo del guerrero orco hasta llegar a la entrada del santuario, donde lo dejaron a cargo de los sacerdotes, con la esperanza de que lo puedan reanimar para servir una vez mas a la Horda.
Gracias a:
Jorge Morano
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